Acta Académica Universidad Autónoma de Centro América |
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Adolfo Di Mare
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La segunda concepción es aquella en que la Universidad se percibe como un recinto en donde moran quienes producen las nuevas ideas que la sociedad, como ser viviente que es, necesita para subsistir. En esta concepción, la Universidad es un albergue en donde las ideas prevalecen sobre las necesidades sociales inmediatas, en donde no importa romper los cánones establecidos, para mejorar integralmente a la sociedad en la que la Universidad está inmersa.
Para el joven intelectual, el romántico o el disconforme, la segunda forma de Universidad es la más atractiva. Para el político, el comerciante o el industrial, la primera es la importante. Los primeros buscan un ambiente en el que la libertad sea el único límite, mientras que los segundos necesitan de jóvenes profesionales que les permitan un continuado desarrollo económico.
Por razones históricas, nuestra Universidad ha debido mantener un ecuánime balance entre estos dos modelos, en aras de sobrevivir en una sociedad que, hasta por diez añoz, la adversó. Como somos una institución que no recibe, ni desea recibir, dineros del estado, debemos subsistir con la matrícula de nuestros estudiantes. Por esto debemos asegurar que nuestros graduados estén adecuadamente preprarados para desempeñarse decorosamente en el mercado laboral, o de lo contrario nos abandonarían.
Por otro lado, no hemos querido, ni tampoco hemos podido, renunciar a nuestro papel innovador dentro de la sociedad costarricense, en donde hemos debido luchar contra mitos y prejuicios a lo largo de nuestra existencia. Este historial no debe limitarnos para encontrar la mejor forma de ayudar a la sociedad, sino que más bien debemos utilizar nuestra experiencia para alcanzar nuestros objetivos.
Desde esta perspectiva es natural que la UACA haya creado al Instituto de Enseñanza de Posgrado e Investigación (IEPI). Después de consolidarse como una capaz institución de enseñanza universitaria, produciendo muchos de los graduados que la sociedad necesita, es su deber ahora ayudar en la superación académica mediante la investigación. Por esto, para toda la sociedad costarricense debe ser motivo de gran regocijo la creación del IEPI, que muestra el deseo de superación de esta institución universitaria.
La Universidad, y dentro de ella el IEPI, tienen por delante una muy importante labor: definir qué se entiende en la Universidad por estudios de posgrado e investigación. Como vivimos en un mundo muy diverso con muchísimas universidades e institutos de investigación, cada una de esas instituciones ha definido un nuevo significado para los vocablos "Doctor", "Maestro" e "Investigación".
En el campo de los títulos universitarios, es frecuente que los doctores graduados en una universidad no chisten al afirmar que los graduados de otra son "menos valiosos". Fundamentan los primeros sus afirmaciones en diversos argumentos sobre la calidad de la enseñanza en cada universidad, o en la cantidad de trabajo requerido para una grado u otro, y por supuesto son rebatidos fuertemente por los segundos.
Esto mismo ocurre con la investigación. No es sino hasta hace pocos años que las llamadas "ciencias sociales" han sido reconocidas académicamente por las otras "ciencias", pues por mucho tiempo se dijo que no tenían suficiente "categoría", siquiera para formar parte de estudios universitarios. Como es lógico, estos celos académicos también se dan entre institutos de investigación.
Para incurrir en el área de la creación del conocimiento, y no sólo en su transmisión, debe la UACA definir claramente qué entiende por investigación y por cada uno de los grados académicos relacionados. No hacerlo creará falsas expectivas tanto en los estudiantes como en la sociedad, y al correr del tiempo podríamos caer en profundo desprestigio.
En las ciencias básicas y las ingenierías, el investigador en casi todos los casos debe utilizar el Método Científico, que consiste grosso modo en formular primero una hipótesis de trabajo, para transformarla en un experimento y luego sistemáticamente tratar de verificarlo y repetirlo varias veces en el laboratorio. Esta forma de trabajar no es aplicable a todas las disciplinas del saber, aunque ha logrado crear un aura de respeto para todos los científicos.
En otras disciplinas, como el Derecho y la Filosofía, en muchos casos no tiene relevancia el Método Científico, pues importa más el desarrollo racional de una idea que la factibilidad de que ésta sea verificable por medio de un experimento.
El común denominador de las formas de investigación en las diversas disciplinas es que siempre implican la creación de nuevo conocimiento. Un investigador sólo lo es cuando contribuye, independientemente de la disciplina en que trabaje.
En la era contemporánea los países han comprendido que el progreso está muy relacionado con el avance cognoscitivo. Países avanzados como el Japón han invertido sumas increíbles de dinero para aumentar el número de cerebros preparados a nivel de posgrado. En Europa, el frenesí académico ha desbocado en una preparación académica en todos los niveles de la sociedad, hasta el punto que hasta los más pobres son graduados universitarios.
En Costa Rica los políticos desean que las universidades incursionemos directamente en las áreas del saber. Prueba de esto es la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología en la administración Arias, y la reciente aprobación en la Asamblea Legislativa de la Ley de Promoción del Desarrollo Científico y Tecnológico. En estos momentos nadie se atrevería a afirmar que la mejor forma de desarrollo no implica una fuerte inversión en investigación.
La forma más aceptada de incrementar la investigación en un país es impulsar los estudios de posgrado. Por eso es que casi todos los estudios de posgrado implican la realización de un trabajo de investigación.
En Costa Rica no podemos hacer investigación en todos los campos, pues no contamos con muchos investigadores, y por que en muchos casos no tenemos los recursos necesarios para hacerlo. Por ejemplo, en la campo de la Computación el investigador moderno requiere de grandes equipos de cómputo, que simplemente no están disponibles en nuestro país. Estas limitaciones reales nos obligan a especializarnos, de la misma manera que lo estamos haciendo en lo económico.
La equiparación de grados se complica aún mas al tomar en cuenta la forma en que los grados académicos se interpretan en Costa Rica. El Bachillerato es un grado universitario que, en general, no permite ejercer una profesión. La Licenciatura, que siempre tiene por requisito el Bachillerato, es un grado que faculta para el ejercicio profesional.
Como la mayoría de los costarricenses que han obtenido un grado de Maestría lo han hecho después de obtener su Licenciatura, y como estas personas han querido recibir una retribución económica por sus esfuerzos de superación, es costumbre en Costa Rica considerar a la Maestría como un grado subsecuente a la Licenciatura. Es por esto que el sistema universitario estatal está diseñado de manera que implícitamente asume que el estudiante de una Maestría es Licenciado. El Doctorado se condidera como la culminación académica por excelencia.
Definitivamente los Estados Unidos han tenido una gran influencia en la interpretación que hoy damos a los grados de Maestría y Doctorado, pues la mayoría de costarricenses han realizado sus estudios de posgrados en ese país. El problema es que la Licenciatura no existe en Estados Unidos, y la Maestría en la mayoría de los casos es un grado que faculta para el ejercicio profesional, y no necesariamente implica el realizar una investigación.
Esta forma de interpretar los grado académicos está firmemente arraigada en la mente del costarricense, hasta el punto de que el régimen del servicio civil asigna el doble de puntaje al grado de Maestro sobre el de Licenciado. Cambiar esta concepción es básicamente imposible, al menos en el mediano plazo.
Es por esto que las universidades estatales acostumbran no reconocer el grado de Maestría al estudiante que no ha escrito una tesis. En Costa Rica, país con una tradición académica española, se ha hecho una mescolanza entre los grados académicos, en beneficio de quienes han obtenido sus grados en países anglosajones, como lo demuestran las reglas del servicio civil.
Es la opinión de la Universidad el que cualquier graduado universitario puede contribuir a mejorar el nivel académico. Por esto la UACA cuenta con un sistema de Régimen Académico que garantiza que los Maestros de la Universidad tienen una sólida formación. Para enseñar en la UACA cualquier persona debe contar con un permiso expreso del señor Rector, el que después de no menos de cinco años permite optar por la Licentia Docendi, grado académico que distingue a los Maestros de la Universidad. Este grado es cada vez más difícil de obtener, pues los requisitos para alcanzarlo son cada vez más exigentes.
Entonces el problema de la equiparación de grados de otras Universidades respecto a la UACA está básicamente resuelto, pues el señor Rector debe en cada caso hacer un estudio detallado para determinar si un graduado de otra Universidad tiene o no las calidades necesarias para enseñar.
Pero esto sólo resuelve la mitad del problema, pues al otorgar la Licentia Docendi no se está dando significado, desde el punto de vista institucional, a los grados de Maestro o de Doctor que la UACA otorgue. Aunque la UACA es similar a las demás Universidades en tanto que confiere estos grados cuando el estudiante hace una significativa contribución al estado del saber, pues tanto la Maestría como el Doctorado requieren que el estudiante complete satisfactoriamente una disertación, todavía no se han definido las cualidades que la misma debe exhibir para que se le confiera el grado a un estudiante.
En la UACA existen tres grados terminales: Licenciatura, Maestría y Doctorado. La intensidad de estudios para los dos primeros debe ser muy similar, y ambos tienen como requisito el Bachillerato universitario. Sin embargo, esto choca con la percepción popular de que la Maestría es un grado que se obtiene después de la Licenciatura.
En realidad no tiene sentido que el Maestro deba ser Licenciado. El primero orienta su formación a la enseñanza, mientras que el segundo desea ejercer la profesión. El que en Estados Unidos el grado profesional se llame Maestría, y no Licenciatura, no debe ser razón para obligar a los Maestros a ser también Licenciados. Así lo percibe la UACA, y así está escrito en sus estatutos.
La disertación de Doctorado se convierte entonces en la primera prueba que el futuro investigador debe pasar antes de llegar a asegurarse una plaza de profesor en alguna universidad.
La forma de evaluar la calidad académica en la mayoría de las universidades de los países desarrollados es, básicamente, contar el número de publicaciones del investigador. Es por esto que en los primeros años después de graduado, cada Doctor debe publicar muchos artículos si desea obtener una plaza en propiedad. Para poder producir, el recién graduado se ve obligado a profundizar en el tópico de investigación que escogió para su disertación.
No hacerlo casi asegura una muerte académica, pues lo único en que el recién graduado tiene una ventaja comparativa es en el trabajo de disertación que presentó como tesis de grado. Por eso está obligado a profundizar más los estudios que realizara para graduarse. Lo terrible es que si la idea que ha dado origen a una disertación no es adecuada (que es lo que ocurre en la mayoría de los casos), ¡será de todas maneras desarrollada ad infinitum, pues de otra manera su creador no podrá encontrar la paz de una plaza en propiedad!
Esta es, en mi opinión, la razón por la que muchos de los artículos de las revistas académicas no son importantes. El sistema de investigación está estructurado para que una idea, independientemente de si es relevante o no, sea exhausivamente desarrollada. Publish or Perish!
Estados Unidos es sin duda el líder mundial en investigación. Además del problema arriba apuntado, el investigador estadounidense debe vivir con otro gran dilema, pues al menos la mitad de los dineros disponibles para investigación son administrados por el ejército.
Esto quiere decir que la mitad de los investigadores, en última instancia, trabajan en proyectos que tienen relevancia militar. Lo trágico es que profesores universitarios deban prostituirse académicamente (a mis ojos), para sobrevivir en su ocupación. Muchos no se cuestionan si es éticamente correcto recibir dinero de quienes viven para la guerra, aunque es menester reconocer que no todos piensan que los dineros del ejército son, de alguna forma, "sucios". Pero, el que paga el músico, manda el baile...
Pero la UACA no tiene todavía recursos para embarcarse en un programa de investigación de gran envergadura. Efectivamente Costa Rica todavía es un país muy pobre, que no puede dedicar grandes presupuestos a la divagación cognoscitiva. Más aún, la Fundación Universidad Autónoma de Centro América, que administra a la Universidad, debe consolidar la situación financiera de la institución antes de arriesgar recursos en nuevas ideas.
En este contexto, no puede esperarse que en el corto plazo la UACA pueda realizar investigaciones con fondos propios. Deberá entonces hacer investigación en aquellos campos en que puedan sus profesores conseguir financiación externa.
La financiación externa puede obtenerse básicamente en tres formas diferentes. La primera es mediante convenios con organizmos internacionales, que en muchos casos necesitan realizar investigaciones y que requieren que sea una institución universitaria debidamente acreditada la que las realice.
Para esta forma de investigación, el IEPI ha establecido los mecanismos burocráticos razonables para apoyar a los profesores investigadores que así lo soliciten. En general, el procedimiento implica una revisión de la Propuesta de Investigación por parte de la autoridades universitarias. En la mayoría de los casos es el Consejo de Investigación de la Universidad el que debe avalar la investigación. La función de la Universidad puede verse reducida a actuar como depositario en fideicomiso de los fondos que se consigan para realizar investigaciones.
La otra forma de investigación implica conseguir recursos en la industria nacional. Desgraciadamente la UACA, salvo en unos pocos casos específicos, no cuenta con laboratorios adecuados que le permitan competir con otras universidades nacionales. Pero como lo más importante es contar con los profesores investigadores, es posible que poco a poco la UACA, por medio del IEPI, logre colaborar con la industria costarricense en proyectos de investigación específicos.
La tercera forma de lograr investigación es por medio de los cursos de posgrado. Cada disertación de Maestría o Doctorado de la UACA debe ser una contribución significativa en alguna de las ramas del saber.
Lo ideal es que en la práctica se de una combinación de varias de las formas arriba citadas para lograr investigación. Por eso el IEPI impulsará el que un estudiante de la UACA obtenga su Maestría o su Doctorado al defender como disertación el resultado de un proyecto investigación, debidamente supervisado según las reglas de la Universidad.
De esta manera se logrará que la investigación que la UACA realice sea siempre relevante, pues estará costeada por al menos un interasado, y se evitará que se realicen investigaciones en las que la UACA, o el país, no cuenten con una ventaja comparativa que las haga viables. En un futuro, esperamos que no muy lejano, tal vez sea posible implementar un sistema de incentivos financiado por la Fundación UACA que permita realizar investigaciones que en este momento no son viables.
Esta forma de organización de la investigación deja muchos campos del saber por fuera del alcance de la UACA, al menos en el corto plazo. Por ejemplo, no será posible que realicemos investigaciones avanzadas en física cuántica, pues no contamos con los recursos necesarios para realizarlas. Pero seguramente podremos contribuir con nuevas tecnologías en el campo de la construcción de casas, o con nuevas técnicas en artes plásticas.
Dentro de sus posibilidades, la Universidad debe tratar de que los servicios de Biblioteca para investigadores sean adecuados. Por esto, el IEPI apoyará a los investigadores de la Universidad para que obtengan, por intermedio de la Biblioteca, las bibliografías que requieran para sus investigaciones.
A continuación se describen varias ideas de cómo se asegurará, en el IEPI, que cada disertación sea de gran calidad. Cabe destacar que IEPI no puede imponer sus procedimientos a cada Consejo Académico, pues debe estar subordinado a ellos, ni a los Colegios. Pero si le corresponde marcar la pauta, dando ejemplo de gran seriedad al efectuar cada Coloquio.
En general, la idea es lograr que el estudiante comprenda que su trabajo debe ser muy serio obligándolo a seguir unos ritos de admisión al IEPI y otros ritos al defender su disertación en Coloquio. Como es usual encontrar en la universidades de Estados Unidos, también se incluyen exámenes orales y escritos. Además, antes de que una disertación sea defendida en Coloquio en el IEPI, el estudiante deberá exponerla durante un tiempo prudencial para que toda la comunidad académica la examine. Como es la costumbre en la Universidad, el Coloquio es público.
Como la UACA es una federación de Colegios, y como uno de sus postulados fundamentales es que debe haber una gran libertad académica, la forma en que la Universidad asevera que quienes se gradúan de Maestro o Doctor son idóneos imponiendo tres controles. El primero es que en la Universidad sólo pueden enseñar quienes han logrado un permiso expreso del señor Rector. El segundo es que cada Consejo Académico debe ser muy cuidadoso al nombrar a un Jurado de evaluación de una disertación. El tercero, y realmente el más efectivo, es que el grado se otorga después de examinar con denuedo al disertación de un candidato.
Cuando un estudiante presenta su disertación ante la Universidad debe defenderla ante un Jurado nombrado por el Consejo Académico de su carrera. Sin embargo, su Tutor de disertación no puede ser miembro de este Jurado. Es por esto que si la disertación no fuera de una alta calidad académica, el Jurado la rechazaría. Aunque esto puede parecer sumamente duro para el estudiante, de hecho garantiza que sólo quienes realmente han desarrollado un trabajo de gran calidad puedan graduarse.
Como política general, en el IEPI no se nombrará como Tutor de una disertación más que a personas de reconocido prestigio académico.
La Universidad arriesga su prestigio en cada graduado, y en el caso de estudios de posgrado este riesgo es aún mayor, por lo que se hace necesario evitar aquellas circunstancias que vayan en detrimento de la calidad de los estudios de posgrado. Una disertación presentada en el IEPI debe ser tan buena que no necesite ser defendida para demostrar que su autor merece el grado que se le ha otorgado. Esta es la única forma de garantizar que, en el correr del tiempo, más estudiantes querrán realizar sus estudios de posgrado en el IEPI.
El IEPI promoverá el establecimiento de convenios con instituciones y organismos que cuenten con laboratorios o equipos sofisticados de forma que, con el aporte de sus investigadores, puedan realizarse investigaciones que de otra manera no sería posible efectuar en la Universidad.
Más aún, el IEPI apoyará las iniciativas de los Colegios de la Universidad que deseen realizar convenios académicos, que conduzcan a la formación de estudios de posgrado.
Esta política de investigación implica que en algunos casos nuestras investigaciones no serán publicables en foros internacionales, pero nos permitirá avanzar con los recursos con que realmente contamos. No debemos crear un sistema de investigación que presuma una base económica o tecnológica con la que no contamos, pues de hacerlo terminaremos en ridículo.
En cuanto a los estudios de posgrado, la Universidad debe apoyar el modelo que está definido en su Estatuto Orgánico: tanto la Maestría como el Doctorado son grados académicos que se obtienen al realizar una investigación bajo la supervisión de un Tutor. El Doctorado es el máximo grado académico, que implica una contribución original del estudiante. Tanto la Maestría como el Doctorado tienen por requisito un Bachillerato universitario.
La investigación que se realizará en la UACA deberá estar acorde con las posibilidades técnicas y financieras existentes. No debemo crear esquemas costosos que no podemos pagar.
Debemos respetar el esquema de grados académicos definido en los Estatutos de la Universidad, pero que no copiaremos los esquemas foráneos de investigación. Más bien, nuestra investigación deberá orientarse a fomentar la originalidad y la creatividad, en contraposición a la cantidad.
La Universidad ha alcanzado muchos de sus objetivos. Debemos ahora mirar hacia más altos horizontes.
[*] | Agradezco la deferencia del señor Rector, al
permitirme comentar la ponencia del Maestro Rodolfo E. Piza
sobre la Investigación y Posgrado en nuestra
Universidad.
Creo que es difícil no estar de acuerdo con D. Rodolfo, más aún si uno comparte los principios que son base para nuestra Universidad. Por esto me limitaré a complementar algunas de las ideas ya expuestas. |
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Adolfo Di Mare <adolfo@di-mare.com>
Referencia: | Di Mare, Adolfo:
Direcciones de Investigación y
Posgrado en la U.A.C.A.,
Revista
Acta Académica,
Universidad Autónoma de Centro América,
Número 7,
pp [159163],
ISSN 10177507, Octubre 1990.
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Internet: |
http://www.di-mare.com/adolfo/p/uacainv.htm |
Autor: | Adolfo Di Mare
<adolfo@di-mare.com>
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Revisión: | UACA, Enero 1998
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