Acta Académica Universidad Autónoma de Centro América |
Capítulo II |
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Capítulo IV |
Despite these limitation, however, the attempt to create a totally Christian society was neither ignoble nor wholly unsuccessful. There is something enormously impressive, almost heroic, about the work of such men as Charlemagne and Alfred. The Christian theory of kingship had alloted them a giant's role: they did their best to rise to it. Augustinian theory saw Christian man and its institutions as a whole, fully integrated, almost organic. During this period a conscious effort was made to realize the conception, and genuine progress was made. Never before or since has any human society como closer to operating as a unity, wholly commited to a perfectionist programme of conduct. Never again was Christianity to attempt so comprehensively to realize itself as a human institution, as well as a divine one. And of course the experiment had profound and lasting consequences. It laid the foundations for the complementary concepts of Christendom and Europe. It projected, in broad outline, the directions which European institutions and culture would take. And it determined in embryo many of the aspects of the world we live in now. We are right to regard the total Christianity of the Carolingian age as one of the great formative phases of human history. (Johnson, pp. 177-8).
En su primer milenio, la religión cristiana pasó por tres etapas bastante definidas: la original, es decir el cristianismo de Cristo y los apóstoles; la paulina, que correspondió a la visión de Pablo; y la patrística inicial, el período post-paulino hasta San Agustín, en el que se constituyó el cristianismo con las características que mantendrá por el resto del milenio.
La predicación de Jesús, tal como la podemos captar por las escasas huellas documentales que dejó, fué básicamente una de ligazón personal del creyente con Dios, concebido como Padre, sin intermediaciones eclesiásticas, sino en una especie de sacerdocio universal, donde el espíritu humano alzaría vuelo conforme a su propio ritmo y movimiento. Esta religión, por ser tan libre, contrariaba al judaísmo, por lo menos al preponderante, que era una religión del Templo, anclada en una raza y una región, fruto de una tradición y cultura particular. La de Cristo era para todos los hombres y todos los tiempos, excepto que, preñada como estaba de sentido apocalíptico, por la creencia en la inminente parusía, fue una religión contradictoria.
La destrucción del Templo y de Israel por los romanos (en el 70 de nuestra era), dejó sin razón de ser la tradición templo-judaica, y puso de manifiesto que la parusía no sería entonces, por lo que nuestra fe debió vivir la vida, y no sólo esperar lavenida del Mesías. La religión cristiana tuvo que tomar en cuenta el tiempo, olvidar se del fin del mundo, y ser una religión del mundo. Pero a esta convicción no llegó súbitamente, sino que antes pasó por una crisis de identidad, la concepción paulina.
Cristo, tanto como doctrina cuanto como persona, adquirió en Pablo un sentido peculiar; el Cristo histórico no tuvo que ver con el paulino: el cristianismo adquirió así una mayor libertad, pues se convirtió en la religión, libérrima y sin ataduras, concebida por un rabino que deseaba propagar la visión de un Dios universal: una religión desligada definitivamente de las prescripciones de la ley judía, de la tradición judía, del templo judío.
Algunos dudan que Pablo, en su visión, creyera a Jesús consubstancial con Dios, segunda persona de la Trinidad, como fue concebido por la iglesia cristiana. Pero no cabe duda de que el lenguaje utilizado por Pablo para referirse a Dios, a Cristo y a la Iglesia, llevó a las interpretaciones posteriores que, por así decirlo, desarrollaron sus conceptos, para terminar en un Dios trino, una de cuyas personas habría encarnado, Dios y hombre, en Cristo, para constituir una Iglesia que sería su cuerpo, con una realidad orgánica. Fuera como fuere es indudable que Pablo concibió a Jesús como el Ungido (Cristo) por excelencia, mensajero indiscutido de Dios, dotado de poderes inmensos, señor sobre la muerte, pues la resurección de Jesús fue la piedra clave de la fe paulina.
En las comunidades cristianas de Africa del Norte y las de Asia Menor, la creencia en un Cristo-Dios no fué tan plenamente aceptada, el Cristo divinizado sería la fe de la iglesia griega, que, convertida en ortodoxia, logró posteriormente imperar incontestada, cuando la fe cristiana obtuvo aceptación y respaldo imperial, y la secta exaltada a ortodoxia pudo imponerse como fe única y católica, levadura, de paso, de la cultura occidental.
De Pablo al 250 de nuestra era, la religión cristiana se consolidó, difundiéndose, por la atracción que ejerció como religión personal, que tomaba en cuenta las angustias del individuo. Esta religión no era intelectual, ni tan siquiera inteligente: los paganos ilustrados reprochaban a los cristianos su credulidad y la incapacidad para razonar sus creencias, lo que hoy, educados en un cristianismo racionalizado, nos suena increíble.
Conforme la primitiva religión fue dominando, "cristianizó" las costumbres y fiestas paganas: el día de Pedro, en Roma, se celebró el 29 de junio, fiesta de Rómulo, fundador de la ciudad; el día del señor, "dominis die" (domingo), coincidirá con el de la celebración del sol ("Sunday"); Cristo mismo es representado como Sol invencible, etc., etc. La iglesia cristiana acabó convirtiéndose en iglesia oficial, suplantando al paganismo.
A partir del 250 el Imperio padece muchos males: invasiones bárbaras, guerra civil, inflación, control de precios, régimen de coloniaje que vincula a los individuos a su trabajo y tierra, carestía, ruptura de los mercados, pestilencia, decadencia económica. Dentro de este clima la iglesia se hizo, por así decirlo, más imperial que el mismo imperio, pues no se desmoronó, como el estado romano, sino que continuó universal y unitaria. En el 313 Constantino (y su co-emperador Licinio) dictaron el edicto de Milán, por el cual instauraron la "tolerancia completa" para la iglesia cristiana y revocaron todos los decretos anticristianos y persecutorios, probablemente porque ya eran muchos los adeptos a nuestra fe, muy numerosos en todas partes, sobre todo en el ejército y entre las mujeres; los actos de persecución ya eran mal tolerados por la opinión pública. Pero quizás también porque la iglesia correspondía al ideal imperial, pues se había convertido en una fuerza conservadora, estabilizadora.
De la tolerancia pronto se pasó al privilegio, a las exenciones fiscales, a la exoneración de sufragio de las festividades paganas (que era una carga muy costosa, para el pagano acaudalado); un intento de reinstaurar el paganismo, feneció con la muerte del emperador que lo propugnaba (Julián, 361-3), los ricos comenzaron a convertirse a la religión, quizás por lograr ventajas económicas: la burocracia religiosa comenzó a salir de las clases altas paganas, como nos lo muestra las rápidas carreras de los jerarcas eclesiásticos de la época.
Teodosio I (378-395) prohibió el paganismo, con lo que la religión cristiana pasó a ser religión oficial del Imperio. Empezó desde entonces a circular la opinión, inicialmente de Eusebio, obispo de Cesárea (+339), del emperador como sacerdote y rey, la que en la iglesia de Occidente no echó raíces profundas, pero que, dogma o no, es la realidad cotidiana, sobre todo en la iglesia oriental, como lo pone de manifiesto el hecho de que hasta el siglo VIII todos los concilios ecuménicos fueron convocados por el emperador oriental.
Los avances de la civilización en esta época son pocos: aparecen las primeras "ciudades", por primera vez se menciona Londres (año 603), se funda Edimburgo (625); se codifican las leyes visigodas en España (670): el griego es establecido como idioma oficial del Imperio Romano de Oriente (692); en lo tecnológico hay avances importantes: se difunde el molino de agua por Europa (700), el estribo, el arnés, el cultivo de tres hojas; nace el sistema feudal con la institución de la enfiteusis (700), los árabes aprenden a fabricar papel (712), se cultiva la caña de azúcar en Egipto (710).
Asimismo se levantaron importantes obras arquitectónicos, monumentos públicos que sirvieron para educar a las generaciones posteriores: Santa María Mayor (Roma, 432), Mausoleo de Gala Placidia (Ravena, 446), San Esteban Redondo (Roma, 483), Baptisterio arriano de Santa María in Cosmedin (Ravena, 525), Tumba de Teodorico (Ravena, 526), reconstrucción de la Iglesia de la Natividad (Belén, 527), Basílica de Santa Sofía (Bizancio, 532), Basílica de Leptis Magna (Africa del Norte, 535), Tumba de Gala Placidia (Ravena, 540), Iglesia de San Vidal (Ravena, 547), San Apolinar in Classe (Ravena, 535), Mosaicos de San Apolinar in Classe (Ravena, 550), Catedral de Arlès (600), Iglesia de San Pablo (Londres, 603), Iglesia de San Andrés (Rochester, 603), Monasterio de Bobbio (614), Minster de York (en piedra, 627), Catedral de Lincoln (628), Iglesias de Glastonberry, San Albán y Winchester (636), Mosaicos del ábside de la iglesia de Santa Inés (Roma, 637), Catedral de Siracusa (470-640), Iglesia de San Martín (Cantorbery, 650), Abadía de Ely (673), Baptisterio de St. Jean (Poitiers, 675), Mezquita de Córdoba (785), Capilla Palatina (Aquisgrán, 796). En el 1100 hará su aparición el gótico.
Aunque el Imperio fue restablecido efímeramente por Justiniano, ya estaba, en Occidente, condenado a muerte. Siguió un período de oscurantismo en Europa occidental, en que se perdió la identidad europea y se atomizó la sociedad, para caer casi en el tribalismo. Pero posteriormente hubo un resurgimiento, una nueva unidad cultural lograda por la conversion al cristianismo de los invasores germanos, florecimiento que se manifestó plenamente bajo Carlomagno (siglo IX): Aunque el siglo VI fue de oscurantismo, vio el despuntar de instituciones sobre las que, más adelante, se construyó una nueva cultura europea, cuyo principal apoyo fue la difusión del catolicismo romano: En el 585 se unificó España, bajo Leovigildo, con lo que comenzó la conversion de los visigodos al cristianismo; en el 589 los lombardos (Italia del Norte) se convirtieron al cristianismo; en el 563 Columba evangelizó a los Pictos, en el 590 a los Vosgos; en el 597 Agustín de Cantorbery bautiza a Etelberto de Kent y funda la primera escuela en Inglaterra.
A estas alturas sucedieron dos acontemimientos de gran importancia en Europa, primero, el fin de la plaga que azotaba, desde el 542 y que segó la mitad de la poblacion, y en el 600 finalizaron las invasiones bárbaras. En el 600 se desató otra plaga, de viruela esta vez, pero sólo en el Sur de Europa: Italia sufrió mucho, tanto que, por esta y otras causas, retrocedió a la economía natural, desapareciendo el sistema monetario.
En el siglo VII adquirió mayor vigor la unidad cultural entre norte y sur, entre la civilidad mediterránea y septentrional, gracias a la comunidad religiosa, en la fe católica romana y al estudio de las letras y la ciencia grecorromanas, que comenzaron a atesorarse. Isidoro de Sevilla, en el 600, escribió sus famosas "Etimologías", que fue el texto básico de estudios durante los 800 años siguientes. En el 603 los lombardos se convierten al catolicismo (romano), comenzó la evangelizacion de los escoceses (625), en el 636 Irlanda del Sur se convirtió al catolicismo, en el 664 Inglaterra (sínodo de Whitby), en el 669 Teodoro de Cantorbery organizó la iglesia anglorromana; la iglesia de Irlanda del Norte se sometió al catolicismo en el 692, en el 715 Bonifacio comenzó la evangelizacion de los germanos; en el 760 se tradujo el Nuevo Testamento al irlandés, en el 766 York era ya un centro de enseñanza bajo Etelberto y Alcuino.
A partir del 610, se desarrolló pujante una nueva civilizacion, poderosísima, la musulmana. Mahoma tuvo su revelación, en el monte Hira, en el 610, su Hejira en el 622, dictó el Corán en el 625 y murió en el 632. En el 642 los árabes eran ya dueños de Mesopotamia, Siria y Egipto (en el 640 descubrieron la biblioteca de Alejandría y en el 641 acabaron con la su escuela de copistas y con su escuela de enseñanza, principal centro de ilustración de Europa); en el 711 el general Tarik vencerá a Roderico, último rey visigodo español, en Xerez de la Frontera, apoderándose de España, excepto Asturias; al conquistar España establecieron la tolerancia religiosa y los judíos dejaron de padecer persecución, con el consiguiente resurgimiento intelectual judío. En el 712 ocupan Samarkanda, y allí aprenden, de industriales chinos allá establecidos, a fabricar papel. En el 715 el imperio musulmán se extenderá desde los Pirineos hasta China, con Damasco como capital. Su avance en Europa será detenido por Carlos Martel (el abuelo de Carlomagno) en Poitiers y en Tours en el 732.
En el 771 a la muerte de su hermano Carlomán, Carlos fue declarado único rey de los francos, con el nombre de Carlomagno, quien será uno de los reyes que más apoyo haya dado a la cristiandad: en el 772 se estableció la obligacion del diezmo a favor de la Iglesia (la oriental nunca tuvo este privilegio), en el 773, llamado por el Papa, Carlomagno invadió Italia y se hizo del reino lombardo, en el 774 confirmó la donación de Pepino, estableciendo los Estados Pontificios, que aumentó en el 781; en el 782 llamó a Alcuino, entonces en York, y le encomendó la reforma de la enseñanza (estableciendo el trivio y el cuadrivio medioevales y fundando en el 796 la Universidad de Tours, presidida por Alcuino); en el 800 Carlomagno fue coronado, por León III, Sacro Emperador Romano, investidura aceptada por el Emperador oriental: nace así el Sacro Imperio Romano; a estas alturas la iglesia católica romana se siente suficientemente respaldada como para separarse del Imperio Romano de Oriente.
La coronación de Carlomagno como Emperador sagrado es uno de los acontecimientosmás importantes en la consolidación del cristianismo occidental, al respecto afirma (Johnson, pp. 174-5):
Después de la coronación de Carlomagno, el predominio del cristianismo sobre la sociedad occidental fue, al menos en teoría, completo. Tanto el papado como los elementos eclesiásticos extremistas de la corte carolingia vieron la nueva estructura de poder que habían creado no sólo como una restauración del imperio romano en toda su gloria, sino como una reconstrucción, lograda utilizando todas las fuerzas interiores de la sociedad, para alcanzar un modelo de reino cristiano en la tierra. Carlomagno realizaría la visión augustina: él fue el origen de la mayor parte del impulso de esta reforma. Era un hombre muy inteligente, y en muchas formas un hombre de mente muy clara. Se percató de la íntima conección entre gobierno efectivo, cultura y cristianismo. Pero de estos tres factores, el último fue el que tuvo prioridad en su espíritu. Carlomagno era, sobre todo, un hombre religioso. El aceptaba plenamente la misión agustina que la Iglesia ponía sobre sus hombros. (traducción libre).
Carlomagno cayó, era mal de la época, en césaro-papismo, a él se debe la adopción de la fórmula "Filioque procedit" en el credo, origen del cisma entre las iglesias católicas occidental (romano) y la oriental, para la cual la procedencia del Espíritu Santo tanto del Padre y del Hijo era teológicamente inaceptable; también Carlomagno se entrometió en prohibir la prostitución y el culto de las imágenes sagradas.
A su muerte se produjo una involución: el reino de los francos se dividió, se volvió al tribalismo precarolingio, y posteriormente, por razón de las invasiones vikingas, se debió crear un sistema defensivo que consumió casi todas las energías disponibles: Europa cayó inexorablemente en manos de estamentos caballerescos cuya protección pudo sufragar sólo a cambio de tierras y soberanía política: el feudalismo.
La nueva situacion europea produjo un agregado de microcosmos, cada uno autosuficiente, con muy escasa división del trabajo y por eso falta de los atributos de civilización: carente de educación, organización política, potencia agrícola, capacidad industrial. Todo se centró alrededor de misérrimos "manor" (señorío), resultado de la evolución de la villa romana independiente convertida, por la evolución económica y la amenaza vikinga, en necesidad político-militar.
Esta civilización se caracterizó por luchas continuas entre pequeños señores, movidos por la lujuria de la rapiña, aunque dedicados a la oración y al culto, realmente un culto mágico, de las reliquias: una civilización ignorante, despiadada y supersticiosa.
En Italia, Francia y España subsistieron vestigios de las ciudades romanas y consecuentemente también trazos de una cultura algo más refinada; no así en el norte deEuropa donde no hubo vida urbana. Todo esto es más historia universal que historia del cristianismo occidental y es así porque ambas cosas son, en Europa y hasta el final del milenio, una y la misma cosa: podría afirmarse tanto que la cultura era cristiana (el romanticismo de quienes añoran una vuelta a la Edad media), como que todavía no existía la vida cristiana, la que renacerá posteriormente, para florecer en la Reforma y la Contrarreforma.
No fue esta una civilidad cristiana, sino una civilización oscurantista, rapaz, cruel y supersticiosa, dentro de la cual un número pequeñísimo de hombres, sobre todo desde los monasterios, continaron sembrando y curando el ideal cristiano de fraternidad universal, de justicia, de caridad. El cristianismo siempre ha mostrado sus frutos en aquellos hombres de virtud heroica que llamamos santos: pues bien, ellos fueron escasísimos en estas centurias, tan apartadas de Dios; tampoco encontramos en ellas sabios (¡ni herejías!), contrariamente a lo que acaeció hasta el siglo V de nuestra era en que tanto abundaron. Es una época de estasis tanto de la virtud como de la inteligencia, una involución de la humanidad, por la que, en Occidente, se vuelve a la enseñanza primaria, donde la obra suprema del espíritu consistirá en volver a aprender a balbucear, a leer y a escribir. No fué sino hasta que se superó este retroceso, allá en los albores del siglo XI, que volvió a desplegar sus alas el espíritu del hombre y con él la cristiandad, que experimentará desde entonces un resurgimiento: estos siglos oscuros tienen, sin embargo, su poco de luz, tanto espiritual como intelectual, pues en ellos se dió el portento del monasticismo y luego, especialmente en los SS. XI y XII, el nacimiento de la escolástica y su correlato, la semilla de lo que luego serían las universidades, instituciones y reflexión que redimen a estas edades oscuras.
La iglesia romana se independizó de Oriente en el siglo VIII, gracias a que logró la protección de los reyes francos, para convertirse en religión oficial del Sacro Imperio Romano.
El desarrollo de la cristiandad siguió caminos diversos en Oriente y Occidente: la iglesia romana (Iglesia de Occidente), desligada del Imperio, que había sucumbido en Occidente, y de la ciudad de Roma, se transformó en una religión misionera que, para el año 1000, había convertido a los celtas, los francos y los germanos, dejando así el catolicismo de ser una religión mediterránea, para convertirse en una religión europea. Contrariamente, la cristiandad griega se encerró, cada vez más, en sí misma y a pesar de su obra misionera y monástica, en Europa central y los Balcanes, fué sobre todo religión de la corte y de la ciudad imperial, por el gran poder de atracción que la cultura y riqueza de Bizancio ejerció hasta el fin del milenio y después.
A partir de Justiniano (527-565), la iglesia oriental persiguió a los disidentes (judíos, paganos, heterodoxos), llegando hasta a clausurar la enseñanza universitaria, por estar en manos paganas: en el 529 es abolida la Academia de Atenas, fundada por Platón en el siglo IV a.C.; Justiniano sujetó la iglesia al Estado y se adjudicó el derecho de proponer las autoridades eclesiásticas, así como de removerlas; emitía decretos en asuntos religiosos como si fuera un pontífice máximo (su lema, parecido al de Adolfo Hitler en nuestro siglo, fue "Un imperio, una ley, una Iglesia"). Con todo la hegemonía imperial en asuntos eclesiásticos no era absoluta, porque la opinión pública religiosa era muy fuerte en Oriente, y la autoridad imperial arriesgaba decidida oposición si se inclinaba a favor de facciones que no tuvieran amplio respaldo de opinión pública.
En Oriente, lo mismo que en Occidente, conforme decayó el Imperio, los obispos asumieron las funciones públicas y sustituyeron a la autoridad civil en ciudades y municipios, logrando, por la intercomunión de las iglesias, un funcionamiento internacional de la vida ciudadana; en Oriente los obispos se convirtieron en señores feudales, en el campo, y en exactores de gabelas (sobre la propiedad urbana y sobre el ingreso de mercancías), en las ciudades. A la vez se encargaron de la mayor parte de los servicios públicos (caminos, puentes, servicios comunales); la ventaja del obispo sobre el burócrata imperial fue su mayor honestidad y su permanencia, prácticamente vitalicia, al servicio de la comunidad. En el primer milenio la iglesia oriental estuvo desgarrada por contiendas religiosas, siendo las principales la de monofisitas y calcedonios, si en Cristo hay dos o una sola naturaleza y posteriormente la iconoclasta, si es pecado rendir culto a las imágenes. Todo con consecuencias políticas, pues desde Contantino V (+775) los herejes fueron considerados rebeldes, enemigos del Estado, por cuanto los emperadores. desde León III (+741), se consideraron "sacerdotes y reyes".
En Occidente el ritmo del desarrollo fue otro: Para todo fin práctico, Bizancio se desentendió del Imperio Romano de Occidente, en el cual no se nombraba emperador desde el 478; el obispo de Roma, un duque, dentro de la organización imperial, dejó de pagar tributo a Bizancio desde el 729, sin consecuencias.
A partir del siglo VII, con el ascenso del Islam, Bizancio perdió muchas de sus posesiones, quedando reducida a los Balcanes, los alrededores del mar Caspio y Anatolia; de los patriarcados de la cristiandad quedaron sólo dos, Roma y Bizancio, y las cristiandades de Jerusalén, Alejandría y Antioquía se convirtieron al Islam; el Mediterráneo fue un mar musulmán lo mismo que la mayor parte de sus costas, el norte de Africa, la península española, las de Asia Menor y las islas; con este poderoso contendiente Bizancio empezó a declinar, hasta caer abatido en 1453.
Algo semejante sucedió con la cristiandad occidental, que sufrió la infiltración de los pueblos bárbaros, invasiones que fueron más de carácter económico que militar, y -desde el punto de vista religioso- de dos clases, unas de pueblos paganos, que generalmente se convirtieron al cristianismo romano antes del 1000, y otras de pueblos cristianos, de la herejía arriana (la cual profesa que el Verbo no es consubstancial al Padre desde toda la eternidad), principalmente vándalos, con los que fue mucho más difícil convivir pacíficamente, pues perseguían a los católicos romanos fieramente, sobre todo en España, provincia que ocuparon y gobernaron hasta que los árabes la conquistaron en el 711. El papado se independizó de Bizancio, apoyándose en los reyes francos (Pepino el Breve y Carlomagno), a los que pidió intervinieran en Italia para liberarla de los godos arrianos (longobardos o lombardos), vencidos los cuales Carlomagno se declaró rey de Lombardía y luego fue coronado por el Papa como Emperador del Sacro Imperio Romano; a su vez la Iglesia romana recibió del emperador, en donación, la Italia central (Estados Pontificios), asiento feudal sobre el que estableció su independencia como señor secular.
Los últimos quinientos años del milenio, fueron la hora de Irlanda (única sociedad cristiana que nunca recurrió a la violencia, por lo que no hay mártires irlandeses) y de Inglaterra occidental; cunas de la cultura occidental medioeval gracias a sus órdenes monásticas, cuyo espíritu misionero educó y evangelizó a los pueblos francos y germanos, y fundó los principales monasterios de Francia, Alemania e Italia del Norte, que fueron focos de cultura, tanto intelectual como tecnológica, hasta la reforma protestante.
La organización eclesiástica occidental, con ligeros retoques posteriores, estaba completa, en sus rasgos esenciales, aunque no siempre vigentes de hecho, antes del 1000: obispado monárquico, preeminencia del obispo de Roma, funcionarios eclesiásticos de dedicación exclusiva y célibes, inmensas órdenes monásticas donde se curaba la formación intelectual de las clases altas, se investigaba y aplicaba la tecnología, reposaba el saber acumulado; todo dentro de una Iglesia monolítica, dueña y señora absoluta, en lo secular y en lo espiritual. En frente de ella un estado desmenuzado en pequeños principados, en continua lucha unos con otros, sin cohesión ni coherencia política. Europa y cristiandad eran una y la misma cosa hasta que el poder civil logró reagruparse y formar, lentamente, los estados nacionales, que fueron los protagonistas en las centurias siguientes.
Esta preeminencia eclesiástica, en Europa occidental, se dió gracias a que los pueblos bárbaros eran analfabetas, en tanto que la iglesia poseía escribas y gentes educadas, capaces de leer y escribir; los bárbaros fueron conquistados por la utilidad de esta tecnología y emplearon a la clerecía para que pusiera por escrito sus tradiciones, sus leyes, su cultura, lo que los clérigos aprovecharon para cristianizarlas. Además de leer y escribir, los obispos y monjes cristianos, poseían capacidades administrativas y una tecnología agrícola superior, por lo que eran más productivos, además, conforme los reyes bárbaros pasaban al cristianismo romano, le otorgaban a la iglesia propiedad plena sobre la tierra (algo que la ley bárbara no contemplaba) y exenciones fiscales, mediante leyes especiales privadas (privilegia); los señores bárbaros, como había sucedido con los romanos, comenzaron a traspasar sus tierras a la iglesia (que ésta adquiría en propiedad plena), a cambio de convenios que les permitieran usarlas en mejores condiciones que al amparo de sus propias leyes. La iglesia acumuló así tierras a más no poder, llegando a ser el principal latifundista, y las explotó con una tecnología avanzada: El desmonte y la colonización agrícola que se llevó a cabo en Europa central bajo la guía de los conventos y los obispos es una hazaña, realizada durante un milenio, que puso la infraestructura de la cultura europea[1].
Otro tanto sucedió en lo intelectual: la iglesia nunca tuvo ascendencia, en el mundo pagano, sobre los centros de educación, que quedaron en manos de paganos; pero con la infiltración y las invasiones bárbaras, el sistema educativo, que era estatal, desapareció y la iglesia llenó el vacío consiguiente, por medio de los conventos y las escuelas catedralicias, logrando un monopolio total de la cultura, indiscutido, hasta bien entrado el siglo XVII. No sucedió lo mismo en Oriente, donde la educación estuvo siempre en manos del Imperio, por lo que la iglesia oriental nunca logró un dominio o monopolio cultural y consiguientemente el monasticismo oriental no alcanzó la preponderancia intelelectual que tendría en Europa occidental.
En Occidente la clerecía estuvo, desde el siglo V, integrada por las élites, en tanto que en Oriente éstas se incorporaron al servicio civil, por lo que la iglesia oriental, contrariamente a la occidental, fue sirviente y no señora del poder político.
A partir del siglo IX, las invasiones vikingas trastrocaron todo en Occidente que viose obligado a enfrentar este peligro, mediante las organizaciones caballerescas, que brindaron protección a cambio de tierras y señorío feudal: nació así el feudalismo, a expensas de los obispados y los monasterios; al finalizar el milenio la tónica era feudal, sin embargo estos señores eran zafios e iletrados y ya en el siglo XII la iglesia recuperó su predominio y la sociedad europea comenzó a superar el feudalismo para constituir naciones (inicialmente ciudades-estado), produciéndose así un resurgimiento, que se dio tan tarde a causa, en gran parte, del tradicionamismo y falta de creatividad intelectual de la iglesia, hecha como estaba a conservar y resguardar el saber antiguo, pero sin agregar nada nuevo, llegando, cuando mucho, al enciclopedismo de un Isidoro de Sevilla; tradicionalismo que encontró notable excepción en el poderoso movimiento intelectual, característico de la Edad medio y del cristianismo occidental: la escolástica.
Alrededor del año 500 floreció un escritor, que se presume sirio sin que se sepa a ciencia cierta quién fuera, que escribió como si fuera Dionisio el Areopagita (uno delos conversos de San Pablo, Hechos, 17:34), conocido por ello como Pseudo Dionisio el Areopagita: se le ha considerado el fundador de la sistematización filosófico-teológica que caracterizó a la Edad media: la escolástica. La escolástica fue a la religión cristiana lo que la "Teogonía" de Hesíodo a la pagana: una sistematización intelectual que dio coherencia a una cosmovisión multiforme, sistematización gracias a la que el cristianismo pudo desarrollarse, valga la repetición, sistemáticamente y dentro de casilleros racionales. Los principales escritos de este autor fueron "De los nombres de Dios", "La Teología Mística", "La Jerarquía Celestial" y "La Jerarquía Eclesiástica", fue el único escritor bizantino que tuvo influencia real en Occidente; es citado por todos los autores posteriores, excepto por Anselmo de Cantorbery: Tomás de Aquino (1225-1274), en sus obras, incluye alrededor de 1700 citas del Pseudo Dionisio.
Dos son los principios básicos de su pensamiento: la teonomía, como hoy diríamos, siguiendo a Tillich, es decir, la sujeción de la inteligencia a los dictados de la divinidad, el "creo para entender" de Agustín de Hipona; y la teología negativa, por la cual todo lo que afirmamos positivamente de Dios, lo debemos negar por no corresponder a su naturaleza (en el modo en que lo afirmamos), por ser Él trascendente, incomprensible para nuestra mente: Dios es amor, verdad, belleza, bien; pero al mismo tiempo no lo es, pues no posee dichos atributos con las características con que nuestra mente puede concebirlos, por lo que al predicarlos de Él debemos, inmediatamente, corregir lo que predicamos, negándolo por no ser tal cual lo predicamos. Nada puede nuestra mente conocer de Dios, sino lo que Él nos haya revelado, pero incluso esto está sujeto a la teología negativa, pues no podemos entender los nombres de Dios; de aquí se sigue una teología mística, para desde nuestra suprema ignorancia ascender al conocimiento supremo: Estos dos pivotes, la teonomía y la teología negativa, fueron característicos del pensamiento medioeval (escolástico) y por ello, debemos conceptuar a este autor como escolástico primigenio y aceptar como lapso en que la Escuela se formó y desarrolló, el del siglo VI al siglo XVII. La sistematización del Pseudo Dionisio, unida a las vicisitudes históricas, harían que el pensamiento cristiano occidental, además de alcanzar coherencia y rigor, tuviera, aunque fuera accidentalmente, como correlato las universidades, pues esta filosofía fue la de lo que se aprendía en la escuela (y de ahí escolástica); por eso, a partir del siglo X, sería característica de la cristiandad occidental, el fundar universidades y, consecuentemente, aunque también accidentalmente, que la profesión de filósofo fuera unida a la de teólogo: la filosofía como sirviente de la teología, según el decir de Hugo de San Víctor (+1141) y que los catedráticos, en Occidente, fueran usualmente religiosos, aún después de la Reforma, estuvieron, de hecho y a menudo también de derecho, obligados al celibato, hasta entrado el siglo XIX.
Cosas contingentes, que pudieron haber sido de otra forma, pero que por haber sucedido como sucedieron, hicieron de la profesión del pensar abstracto, de la filosofía y la teología, una vocación de dedicación exclusiva, que imprimió al pensamiento occidental un estilo peculiar.
A pesar del portento de la escolástica, la civilización cristiana, al finalizar el milenio tenía una visión pesimista de la historia y del mundo, producto de su propia insuficiencia cultural, pero también origen de ella, aunque ya había logrado acumular suficientes energías y experiencias, para un despegue de la civilización, que no se hizo esperar, apenas doblado el tormentoso cabo del milenio; un nuevo hombre y un nuevo mundo se estaba incubando, sin que obispos, abades, señores y reyes se percataran de ello. Un mundo nuevo en que habría, otra vez, espacios para la libertad, la sabiduría y la santidad, como nos lo muestra uno de los primeros brotes de esa nueva era: Anselmo de Cantorbery.
Anselmo de Cantorbery fue un escolástico notable, para muchos el fundador de la Escuela, monje benedictino originario de Aosta, santo, abad del monasterio de Bec y luego obispo de Cantorbery, propugnó por (como diríamos hoy) un "programa de investigación" diverso al del Pseudo Dionisio, enfatizando el poder de la razón para entender lo humano y lo divino, aunque también él, como Agustín, se sujetó al principio de "creo para entender": siguió quizás los pasos de Boecio, filósofo del siglo VI, también un escolástico primigenio, en cuya obra, "Opuscula Sacra", a pesar de su lema "siempre que te sea posible une la fe a la razón", no aparece ninguna cita de la Biblia, sino que todo es análisis y lógica; Boecio y Anselmo, fueron, pues, exponentes de una tendencia racionalista extrema, ya que no corrigen, mediante una teología negativa, las conclusiones de la razón, sino que descansan, por así decirlo, ilimitadamente en ella; Anselmo llega hasta el extremo de dar una prueba de la existencia de Dios, la llamada prueba ontológica, totalmente racionalista y de concluir en su "Cur Deus homo" (¿Por qué se hizo hombre Dios?), que la Encarnación es lógicamente necesaria, pero -repito- todo esto sin renunciar al programa intelectual agustino de "creo para entender".
Para mejor comprender el punto de vista extremo de esta facción escolástica, racionalista y medioeval (germánica, gótica), que tan adecuadamente representó Anselmo, vale considerar su explicación teológica de la encarnación de Cristo, la cual conformó, desde entonces, la piedad cristiana; no olvidemos que el cristianismo es una cosmovisión paradójica y vital: en él la muerte es negada por la resurrección, y el fracaso de un Dios, crucificado como execrable criminal, conduce a la exaltación suprema; el Dios cristiano es esclavo de su propia abnegación, hasta el extremo de sacrificar a su hijo para redimir a los hombres, porque los ama desmedidamente. El Dios cristiano es un Dios apasionado, no el "motor inmóvil" de la filosofía pagana.
Para la mente logicísima de Anselmo esto era un rompecabezas insoluble, que debía resolver, al que debía encontrarle razón de ser, precisa y puramente racional, "remoto Christo" (como si Cristo no hubiera existido); escribió entonces su "Cur Deus homo", ya mencionado, en el cual dio las motivaciones de la divinidad, como si Dios fuese un señor medioeval; si así fuera, lo primero para Él sería proceder con la solemnidad debida, tomarse en serio, proceder congruentemente, con "rectitudo", haciendo las cosas como debían hacerse, como correspondía, sin que fuera posible, ¡aunque Dios lo deseara ardientemente!, perdonar sin antes haber recibido la reparación debida, que habría deser una germana "wergild" (compensación), proporcional a la dignidad del ofendido, como estipulaba la costumbre medioeval. Esto implicaba que el perdón, la redención, estuviera fuera del alcance de la humanidad, incapaz de rendir una compensación infinita, como era lo debido.
Por donde Anselmo concluyó que Dios, en su abnegación, hubo de disponer que se pagara la "wergild" debida a su majestad divina con el acto expiatorio de un inocente, para que expiara por actos ajenos y no por los propios con su sacrificio, quien habría de ser un miembro de la humanidad, un hombre, pero, al mismo tiempo, Dios. ¡Descansa finalmente satisfecha la pasión logicizante de Anselmo!: partiendo del "remoto Christo", de la inexistencia de Cristo, ha llegado a demostrar, aplicando ordenadamente la inteligencia, que Cristo debía existir, ineludiblemente. Razonó en forma similar para probar la existencia de Dios, en su demostración usualmente denominada ontológica, en la cual supone que la divinidad no existe, para concluir que, aplicando rectamente la inteligencia, necesariamente tenemos que concluir que existe, para no caer encontradicción.
Quizá el valor intelectual de estas reflexiones o racionalizaciones escolásticassea discutible, pero no lo es el "creo para entender" de donde dimanan: para los hombres de la Escuela la excelsitud de la crucifixión y del Dios cristiano enamorado de los hombres hasta sacrificar por ellos lo que más ama, a su Hijo, sin importarle abandonar su impasibilidad para someterse a tormentos, es una convicción profundamente vivida, lo que, tarde o temprano, ensalzaría al hombre, transformando la cultura occidental, para hacerla fraterna, solidaria, tolerante y caritativa, superando la ignominia y el oscurantismo de la Alta Edad media. Tanto Anselmo como Boecio fueron exponenentes máximos del objetivo supremo de la escolástica: unir armoniosamente fe y razón. Hacer de la fe un don razonable o, al menos, no opuesto a la razón. Esto fue logrado de tal manera que, hoy, cuando el cristianismo es una teología razonable, con una moralidad razonable, con una ascética razonable, nos suenan incomprensibles los ataques que el pagano culto, en los inicios del cristianismo, le enrostró, por su falta de coherencia, de lógica, de filosofía, en fin.
Hoy, todo lo contrario; tanto que asalta la duda de que se haya repetido el golpe de estado merovingio y tengamos, en lo religioso, a los mayordomos carolingios, a la sirvienta (la filosofía), hecha dueña de la casa, en el lugar de la teología.
Si la sentencia joanita (I Juan, 4, 9-10) lleva razón cuando conmina: "Si alguno dice 'Amo a Dios', y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve", entonces la Alta Edad media fue todo lo que se quiera... menos cristiana. A lo sumo, y con mucha benevolencia, podríamos concederle que fue un lapso de hibernación, durante el cual se conservó la semilla, como muerta, pero todavía con vitalidad para retoñar en el futuro.
La crueldad, la rapacidad, la falta de respeto por el hombre de esta edad es increíble; quien desee conocerla más a fondo lo podrá hacer con provecho leyendo la obra de G.G. Coulton, ("The Medieval Village"), obra que, aunque se refiere a una época posterior (en general del siglo XII en adelante), en que las condiciones habían mejorado para el común de las gentes, muestra cuán inhumanas eran todavía: la vida cotidiana continuaba siendo una noria de rapacidad, desprecio por la dignidad humana, desordenado amor por la violencia, el homenaje, el status. Los señores, viles y zafios, preocupados solo por su honra; los demás, esclavos sin derecho alguno sobre sus cosas y personas.
La inmensa mayoría de la humanidad vivía en servidumbre, sin propiedad sobre nada, pudiendo sus señores disponer de sus cuerpos, de los de sus hijos, de sus haberes, a su solo capricho. Con respiros sólo cuando, por la pestilencia y las guerras, escaseaba la mano de obra y el señor debía conceder "libertades" a sus siervos, para poder disponer de brazos que labraran las tierra de su señorío.
La Iglesia, inmenso señor feudal, dueña de vastísimos latifundios, no se comportaba de modo distinto que el señor civil y explotaba a sus siervos tan a fondo y tan sin miramientos como él. Las revoluciones campesinas a menudo destruían abadías y latifundios eclesiásticos, con mayor furia que los laicos, quizás, dirán los partidarios de una Iglesia siempre "madre y maestra", porque temían menos de su venganza, pero más probablemente porque era donde más odiosa resultaba la explotación, fundada como estaba sobre la hipocrecía, la mentira de "amar a Dios (a quien no ves) y aborrecer al prójimo (que tienes en frente tuyo)".
Los concilios, sobre todo los ecuménicos, son buena muestra, y usualmente la mejor documentada, de las vicisitudes y desarrollo de la vida cristiana: en el lapso que estudiamos, del 600 al 1054, hubo tres concilios, el III de Constantinopla (680), el II de Nicea (787) y el IV de Constantinopla (869). Los asuntos tratados no fueron de gran relevancia teológica: la atención estaba puesta en materias de disciplina y organización eclesiástica, consecuencia -probablemente- del lento ritmo intelectual y espiritual dela cristiandad de esta época.
El II de Constantinopla establece la existencia de dos voluntades en Cristo, no sólo una como los monotelitas afirmaban, lo cual es un interesante punto teológico, pero apenas una secuela de los concilios anteriores, sobre la cristología. El II de Nicea se refiere a la controversia sobre el culto a las imágenes (aceptándolo) y establece la tradición como fuente auténtica de interpretación del contenido de la religión cristiana; el IV Concilio de Constantinopla condena al Patriarca oriental (Focio) y prohíbe la interferencia de la autoridad civil en el nombramiento de los obispos (este concilio no es reconocido como ecuménico por la Iglesia oriental).
No hay otras cosas notables, en el desarrollo de la Iglesia occidental en este lapso: el cristianismo avanza no por grandes luminarias, sino por una labor de hormigas, realizada en la vida conventual, especialmente desde las abadías benedictinas, y por la evangelización de los pueblos bárbaros, principalmente por obra de religiosos inglesese irlandeses. La infraestructura del cristianismo occidental fue levantada durante estelapso mediante la cultivación de la mente de élites cada vez mayores, mediante el desmonte de zonas agrícolas cada vez más amplias, por el renacimiento de artes y oficios, gracias también a la creación de una organización política original (el feudalismo, la ciudad-estado, las corporaciones). El papado fue la fuerza motriz de esta nueva civilización, pero, careciendo de poder militar, acabó cayendo en las redes de la nobleza romana, que se apropió de la iglesia temporal, para sus propósitos, llevando al papado y a la corte pontificia a las simas más profundas de corrupción, la curia fue presa de esa forma de gobierno espuria, la pornocracia, el gobierno de la barragana del pontífice, y la consiguiente aparición de dinastías eclesiásticas.
El Apocalipsis de Juan profetiza (capítulo 17, passim):
"Ven, que te voy a mostrar el juicio de la célebre ramera... con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución"... vi una mujer, sentada sobre una Bestia de color escarlata, cubierta de títulos blasfemos... La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas; llevaba en su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución, y en su frente un nombre escrito -un misterio-: "La Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra". Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús... Voy a explicarte el misterio de la mujer y de la Bestia que la lleva... Los habitantes de la tierra, cuyo nombre no fue inscrito desde la creación del mundo en el libro de la vida, se maravillarán al ver que la Bestia era y ya no es... Las siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer."
Esta revelación (Apocalipsis) fue aplicada una y otra vez a la Iglesia de Roma, por casi todos los reformadores que desearon sacarla de su postración, tanto en esta época, como posteriormente y hasta la Reforma. No hay duda de que el señorío territorial, y el enredarse en las cosas del mundo, le dio independencia a la Iglesia de Roma, pero a cambio se convirtió, en mucho, a este siglo. El esplendor de su liturgia la hacía aparecer "vestida de púrpura y escarlata, resplandecía de oro, piedras preciosos y perlas", pero también, quizás a cambio de tanta gloria, "llevaba en su mano una copa de oro llena de abominaciones, y también las impurezas de su prostitución".
En el 904 el papa Sergio III instaura la pornocracia, su barragana Mazoria es realmente el pontífice y parirá al futuro papa Juan XI (931-36) y será abuela de Benedicto VI (973-4); el pontificado estará en manos de la nobleza romana. No obstante, comienza una reacción (la Ramera todavía tenía capacidad de arrepentimiento): en el 980 se logra terminar con la influencia de la nobleza romana y en el 1022 se decreta el celibato para la clerecía con órdenes mayores (diáconos, sacerdotes, obispos); pero Roma cayó de nuevo en la corrupción y la simonía campea: Gregorio VI (1044) compra su pontificado, luego fue depuesto y el sínodo de Roma (1046) lo reemplazó con Clemente III; la lucha de los pontífices para conquistar la independencia eclesiástica, tanto de los nobles de Roma como del sacro emperador romano, es continua, sedes vacantes, papas y antipapas, no serán fenómenos extraordinarios en los siglos posteriores.
El cisma, la separación, de la Iglesia católica romana y la oriental se produjo en el 1054 y se mantuvo hasta 1965; en el siglo XV, cuando la Iglesia occidental gozó de gran prestigio en Bizancio, hubo intentos de zanjarlo, que resultaron infructuosos por la oposición del clero llano oriental.
Podría aventurarse que la separación de Occidente fue debida al mayor dinamismo intelectual de la iglesia romana, o al exceso de conservadurismo de la oriental: al horror con que ella vio la innovación teológica, que eran los vientos de fronda que barrían, con la escolástica, los monasterios y las universidades occidentales. Todo esto no estaba aún maduro en el 1054, cuando del cisma se produjo, pero fue lo que hizo que esta vez la separación se mantuviera hasta nuestros días (muchas otras veces se habían excomulgado y reconciliado pontífices y patriarcas orientales: la ultima reconciliación se había producido en el 920).
Poco tuvo de teológico, ni tan siquiera de solemne, lo que precipitó las cosas: Juan XIX (en 1024) había aceptado la fórmula que proponía el Patriarca bizantino, para dirimir el asunto de la supremacía de la cátedra de Pedro, llegando a una fórmula contemporizadora, que permitía la política hegemónica en que Roma estaba empeñada, y la eminencia que Bizancio, como segunda Roma y sede imperial, pretendía para su Iglesia. Esta fórmula estipulaba: "con el consentimiento del Obispo de Roma, la Iglesia de Constantinopla será llamada y considerada universal en su propia esfera tal como la de Roma lo es en el mundo" (Chadwick y Evans, p. 56; traducción libre), ambas serían universales, sólo que Roma lo sería más, para decirlo orwellianamente. A Juan XIX la fórmula le satisfizo, pero no así a los "norteños", monjes provenientes de los monasterios de Cluny y del Cister que por entonces comandaban en la Curia, dispuestos a terminar con la corrupción y la pornocracia en el pontificado, así como con la sujeción de la Iglesia de Roma a la aristocracia romana, para hacer de Roma un espejo de buenas costumbres y cristianismo. Ellos adversaron las concesiones implícitas en este otorgamiento de autonomía a la sede patriarcal bizantina y a la postre el Papa retiró su consentimiento a este compromiso teológico, quedando latente el disenso y ambas iglesias sentadas sobre el barril de pólvora que explotaría en el 1054.
La Iglesia oriental, hasta esta época, veía como "bárbara" a la latina, pero, por haber sido fundada por Pedro le reconocía preeminencia, además de que envidiaba y deseaba preservar la independencia que gozaba Roma, por razón de distancia y dificultad de comunicaciones, frente al poder imperial: pero todo esto no era suficiente para superar el desprecio profundo hacia esta forma de cristianismo, el occidental, cuyos fieles y clérigos ni leían el griego, ni estaban a la sombra del Emperador, ni seguían al pie de la letra las enseñanzas de los padres (en gran parte porque ni leerlos podían, al ignorar el griego); además habían introducido variadas abominaciones teológicas: la celebración de la misa con pan ácimo, el celibato de los clérigos (en la Iglesia oriental sólo los obispos y los monjes estaban obligados al celibato... ¿cuánto del repudio del clero llano bizantino hacia Roma estaría basado en el temor de que una comunión plena con ella significaría introducir, a la postre, el celibato eclesiástico en Oriente?), y la pretensión (originalmente hispánica y franca) de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (Filioque procedit, en latín) y no sólo del Padre como habían establecido los padres conciliares, que fue lo que formalmente causó el cisma.
¿Es tan importante la distinción teológica sobre la procedencia del Espíritu Santo?, más de lo que a primera vista aparenta: en el desarrollo de la cristología, Cristo había pasado (como vimos en el acápite "La divinización de Cristo" en la primer aparte de este estudio (Acta Académica, mayo 1991) de "Logos encarnado, creador del universo y la humanidad, pero subordinado a Dios y sujeto a los comandos del Padre" (¶ tercero) a "homoousios", a ser consubstancial con el Padre; la única subordinación restante, por la que el Padre sería superior al Hijo, era que el Padre fuera el origen de las personas segunda y tercera de la Trinidad: en cuanto los teólogos de la iglesia de España, primero, y los carolingios luego, interpretaron que el Espíritu provenía del Padre y del Hijo, las dos primeras personas pasaron a ser, por así decirlo, idénticas.
La Iglesia de Roma no se adhirió inicialmente a esta interpretación, pero a partir de Carlomagno comenzó a aceptarla y ya en el siglo XII la hizo suya, convencida además de que era una fórmula antiquísima y de que los bizantinos eran quienes estaban en defecto, en su respeto a la tradición.
Con todo y la importancia de estas cosas, no fueron ellas las que hicieron explotar el barril de pólvora; la separación se originó en forma muy poco solemne, improvisamente, casi como un sainete: el Papa León IX (+1054), comprometido con la reforma eclesiástica, se vio en apuros para sacarse de encima a su protector, el Sacro Emperador Romano (Enrique III), por lo que acudió al Emperador bizantino, en procura de asistencia militar, enviando dos legados principalísimos de la Curia, "norteños" -como el mismo Papa-, quienes , en el trámite de esta ayuda militar, se enredaron en una discusión teológica, sobre la primacía y las abominaciones de la sede romana, disputa que zanjan, extremistas como buenos norteños, excomulgando al Patriarca de Bizancio y abandonando la ciudad; Bizancio contesta, después de convocar un sínodo, excomulgando al Papa.
Esta mutua excomunión no es vista por la cristiandad como un rompimiento catastrófico pues, repito, es cosa a la que estaba acostumbrada, por no ser la primera.
No es pues el cisma lo que convierte a este suceso en un hito de la hisotria eclesiástica, sino el que corresponde a esta época al nadir de la vida cristiana de la iglesia de Roma: probablemente en ninguna otra edad cayó más hondo: pero también fue cuando se dieron "in nuce" todos los elementos de un gran despertar espiritual, el resurgimiento intelectual y el florecimiento de la disciplina eclesiástica que será la historia de la Iglesia de Roma y de Occidente en los siglos posteriores.
Año | Acontecimientos |
604 | Muere Gregorio I (Magno), papa. Se usan por primera vez campanas en las iglesias (Roma) |
606 | Catedral de Santa Sofía de Ariès |
610 | Visión de Mahoma en el monte Hira |
612 | Monasterio de San Gall |
614 | Los persas capturan Damasco y Jerusalén. Columbano funda el monasterio de Bobbio |
615 | Primeros escritos de Mahoma |
625 | Paulino (misionero romano) evangeliza Nordumbría. Mahoma comienza a dictar el Corán. Se funda la abadía de San Dionisio |
628 | Mahoma reconquista la Meca y comunica a los reyes del mundo los principios de la fe musulmana. Iglesia de Lincoln |
632 | Evangelización de Anglia oriental |
633 | Los árabes capturan Alejandría y Antioquía |
635 | Evangelización de Wessex |
636 | Iglesias de Glastonbury, San Albán, Winchester. La iglesia de Irlanda del sur se adhiere al catolicismo romano |
637 | Los árabes conquistan Jerusalén |
639 | Los árabes atacan Armenia |
640 | Los árabes hallan la biblioteca de Alejandría (300 mil rollos de papiro). Construcción de la catedral de Siracusa |
641 | Los árabes conquistan el Imperio Persa |
643 | Los árabes conquistan Trípoli |
646 | La flota bizantina recaptura Alejandría |
649 | Los árabes conquistan Chipre. El sínodo laterano condena el monotelismo |
650 | Monasterio de Ratisbona |
651 | Abadía benedictina de Stenehot (Bélgica) |
655 | La flota árabe destruye a la bizantina en Lycia. Abadía benedictina de Peterborough |
657 | Monasterio de Whitby |
664 | Inglaterra se adhiere al catolicismo romano (sínodo de Whitby). Escuelas públicas en San Pablo y en York. Plaga |
669 | La iglesia anglorromana es reorganizada por el arzobispo de Cantorbery |
670 | Los árabes invaden Africa del Norte. Codificación del derecho visigodo en España |
673 | Primer sínodo de la iglesia inglesa. Abadía de Ely |
674 | Monasterios de Wearmouth y Jarrow. Vitrales en las iglesias inglesas. Los árabes conquistan hasta el Indo |
680 | VI Concilio de Constantinopla (condena el monotelismo) |
681 | Abadía de Gloucester |
685 | Fundación de la catedral de Winchester |
686 | El reino de Sussex (último pagano en Inglaterra) se convierte al cristianismo |
691 | Clodoveo III rey de todos los francos |
694 | Los árabes conquistan Armenia |
695 | Persecución a los judíos en España |
696 | Primer dux de Venecia |
697 | Los árabes destruyen Cartago. La iglesia de Irlanda del Norte se adhiere al catolicismo |
698 | Monasterio de San Pedro en Salzburgo |
700 | Comienza el feudalismo: sujeción de los campesinos, establecimiento del "socage". El griego, en lugar del latin, como lengua oficial del Imperio de Oriente |
705 | Construccion de la Gran Mezquita de Damasco |
705 | Iglesia circular de Marienberg (Würzburgo). Fundación de la catedral de Wells |
710 | Justiniano II confirma los privilegios de la sede romana e instaura la costumbre de besar los pies del Papa |
711 | Tarik derrota a Roderico en Xérez de la Frontera: España es conquistada por los árabes (excepto Asturias) |
712 | Establecimiento de un estado árabe (Sind) en la India. Los árabes ocupan Samarkanda y la convierten en un centro de cultura islámica, aquí aprenden la confección del papel |
714 | Abadía de Reichenau (lago Constanza) |
715 | San Bonifacio inicia su obra misionera entre los germanos. El Islam impera desde los Pirineos hasta China, con Damasco como capital |
716 | Los árabes conquistan Lisboa |
717 | Omar II decreta la exoneración de cargas fiscales para todos los creyentes del Islam |
720 | Se reconstruye la abadía de Glastonbury. Los árabes se apoderan de Cerdeña; cruzan los Pirineos y se apoderan de Narbona |
725 | San Bonifacio tala el roble de Donar y destruye el paganismo germánico |
726 | Disputa iconoclasta entre el Emperador y el Papa |
730 | El Papa Gregorio II excomulga al Emperador. El Venerable Beda publica su "Historia ecclesiastica gentis Anglorum" |
732 | Carlos Martel derrota a los árabes en Poitiers y contiene su avance en Europa |
736 | Fundación de la abadía benedictina de Hersfeld en Hesse |
739 | El Papa Gregorio III solicita el auxilio de Carlos Martel para combatir a los lombardos, griegos y árabes |
740 | Se funda el monasterio de San Leodegardo en Suiza. Primera pintura occidental de la Crucifixión en la capilla de San Quirico en Santa María Antigua (Roma) |
750 | Fin de la dinastía merovingia en Francia, Childerico III es depuesto y Pepino el Breve es electo rey. Fundación de Granada |
754 | El Papa Esteban III solicita la ayuda de Pepino contra los lombardos. El Emperador Constantino V inicia la disoloución de los monastrios |
756 | Pepino reduce Lombardía a un estado vasallo |
759 | Los francos reconquistan Narbona |
763 | Fundación del monasterio benedictino de Lorsch, Hesse. Bagdad capital del imperio musulmán |
771 | Carlos rey de los francos a la muerte de su hermano Carlomán |
772 | El Papa Adriano I pide la ayuda de Carlomagno contra los lombardos |
773 | Carlomagno se anexa el Reino de Lombardía |
774 | Carlomagno confirma, y la ampliará en el 781, la donación de Pepino de territorios al Papa. Los "Elementos" de Euclides se traducen al árabe |
775 | El califa Mahdi instituye una inquisición |
777 | Abadía benedictina de Kremmünster |
778 | Los vascos vencen a Carlomagno en Roncesvalles, el tema de la "Canción de Rolando" |
780 | La emperatriz Irene restaura el culto de las imágenes en Bizancio |
781 | Monasterios nestorianos y difusión del cristianismo en China |
782 | Alcuino abandona York y va donde Carlomagno para iniciar la reforma educativa carolingia |
785 | Comienza la construcción de la mezquita de Córdoba |
787 | VII Concilio de Nicea norma la veneración de las imágenes. Primera invasión danesa a Inglaterra |
790 | Fundación de la abadía de San Albán. Alcuino nombrado director de la escuela palatina carolingia. Edad de oro de la cultura árabe, bajo Harun-al Raschid |
792 | Comienza la construcción de la catedral de Fulda. Inicio de la era vikinga en Inglaterra. |
794 | Carlomagno condena la veneración de las imágenes en el sínodo de Frankfurt |
795 | Los vikingos invaden Irlanda |
796 | Fundación de la Universidad de Tours, bajo la dirección de Alcuino. Carlomagno construye la Capilla Palatina en Aix-la-Chapelle |
800 | Carlomagno coronado Emperador del Sacro Imperio Romano. Desarrollo de la letra minúscula (carolingia). Carlomagno reforma la iglesia e introduce el Filioque en el Credo |
801 | Carlomagno prohíbe la prostitución |
802 | Fundación del monasterio de Münster |
803 | Bizancio reconoce la independencia de Venecia |
817 | El "Pactum Hludovicianum" confirma los territorios papales (Estados Pontificios) |
827 | Comienza la conquista árabe de Sicilia y Cerdeña |
828 | Fundación de San Marcos en Venecia |
832 | Persecución del culto de imágenes en Europa oriental |
838 | Los árabes saquean Marsella, se instalan en el sur de Italia. |
840 | Doctrina de la transubstanciación (Pascasio Radberto, abad de Corbey) |
841 | Los vikingos saquean Rouen y marchan sobre París |
842 | Se restablece el culto de las imágenes |
845 | Los vikingos destruyen Hamburgo e invaden Germania. Juan Escoto Erígena nombrado director de la escuela palatina |
846 | Los árabes saquean Roma; la flota veneciana es destruida por los árabes |
848 | El Papa León IV construye las murallas leoninas alrededor del Vaticano |
850 | Los vikingos se apoderan de Kiev y establecen intercambios comerciales con Constantinopla y Khazan. Emigraciones judías a Alemania, comienza el desarrollo del yiddish |
851 | Los vikingos marchan sobre Cantorbery, pero son rechazados. Juan Escoto Erígena publica su "De divinapraedestinatione" |
853 | Fundación de la abadía de Gandersheim |
858 | Ataque vikingo a Algeciras, rechazado por los árabes |
859 | Piratas vikingos asolan las costas del Mediterráneo hasta Asia Menor |
861 | Los vikingos saquen Tolosa, Colonia, Aquisgrán y Worms. Los vikingos descubren Islandia |
863 | Cirilo y Metodio comienzan su obra misionera en Moravia e inventan el alfabeto cirílico |
864 | Boris I de Bulgaria se convierte al cristianismo |
865 | Los vikingos se establecen en Nordumbría |
866 | Los vikingos establecen un reino en York |
869 | Los árabes ocupan Malta |
877 | El edicto de Quierzy hace hereditarios los feudos en Francia |
879 | El Papa y el patriarca de Constantinopla se excomulgan mutuamente |
880 | El Emperador Basilio reconquista Italia, expulsando a los árabes. Fundación del monasterio benedictino de Montserrat en Cataluña |
881 | Se construye Burgos, como fortaleza contra los árabes |
900 | Inicio de la Reconquista bajo Alfonso III, Rey de Castilla. Fundación de la escuela de medicina de Salerno. Los castillos se convierten en la sede de la nobleza europea |
902 | Se comienza el campanario de San Marcos en Venecia (destruido y reconstruido en 1902) |
903 | Antipapa Cristóbal |
904 | Papa Sergio III inicia la pornocracia, el período de máxima corrupción pontificia: su concubina Mazoria es madre de Juan XI y abuela de Benedicto VI |
910 | Fundación de la abadía de Cluny |
916 | Los árabes son expulsados de Italia central |
917 | La iglesia búlgara se separa de Roma y de Bizancio |
921 | Bohemia se convierte al cristianismo |
938 | Fundación de la abadía de Milton |
954 | Los vikingos son expulsados de York |
962 | Fundación del monasterio de San Bernardo en el paso del mismo nombre, en Suiza |
963 | Fundación del monasterio del monte Athos |
965 | San Dunstan impone el celibato a la clerecía inglesa |
966 | Fundación de la catedral de Worcester |
968 | Fundación de la Universidad de Córdoba |
972 | Fundación de la Universidad del Cairo |
980 | Termina el gobierno de los nobles en Roma |
990 | Polonia se adhiere al catolicismo romano |
993 | Primera canonización (San Ulderico) |
1009 | Los mahometanos saquean el Santo Sepulcro |
1013 | Los vikingos se adueñan de Inglaterra |
1014 | Fin del dominio vikingo en Irlanda |
1015 | Gobierno municipal en Benevento, primera "communitas" |
1022 | El sínodo de Pavía decreta el celibato para los clérigos con órdenes mayores |
1028 | Canuto, rey de Inglaterra, conquista Noruega |
1033 | Nace Anselmo de Cantorbery, escolástico principalísimo y a quien debemos la prueba ontológica de la existencia de Dios |
1037 | La"Constutio de feudis" de Conrado II hace hereditarios, en Italia, los feudos de los pequeños terratenientes |
1044 | El Papa Benedicto IX es depuesto y la sede vendida al Papa Gregorio VI |
1046 | Ambos papas son depuestos y el sínodo de Roma elige a Clemente III |
1049 | León IX condena la simonía en el concilio de Reims y Mainz |
1050 | Los normandos invaden Inglaterra. El canto polifónico sustituye al gregoriano |
1053 | Roberto de Guiscard, normando, conquista el sur de Italia y establece el imperio angevino. Abolición del danegeld |
1054 | La sede pontificia permanece vacante durante un año. En Julio la Santa Sede excomulga a la Iglesia Oriental; este cisma es definitivo y no se zanja sino hasta 1965 en que la mutua excomunión será levantada |
[*] | El presente artículo es el
tercero
sobre el tema de la historia de la cristiandad que publica
Acta Académica, los otros han aparecido en lo
números siguientes:
Alberto Di Mare, Apartado Postal 4249, 1000, San José, Costa Rica, por correo electrónico a
alberto@di-mare.com o al fax (506) 438-0139.
|
[1] | Esta obra de colonizaciónno fue hecha directamente
por los monjes, sino por sus siervos, que laboraron en
condición de esclavos, condición usual de la
servidumbre en la Edad media; pese a este aspecto tan
negador del cristianismo, de lo que trataré en el
próximo capítulo, la labor lograda fue
esencial para el desarrollo de Occidente.
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[-] | La consolidación del catolicismo romano
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[-] | Recapitulación
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[-] | La civilización en la Alta Edad Media
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[-] | Carlomagno, Rey cristiano
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[-] | La iglesia cristiana en la Alta Edad Media
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[-] | La Escolástica
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[-] | Anselmo de Bec, también llamado de Cantorbery (1033-1109)
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[-] | El cristianismo cotidiano en la Alta Edad Media
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[-] | EL cristianismo oficial en la Alta Edad Media
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[-] | Roma, la célebre ramera
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[-] | El cisma de Occidente (1054)
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[-] | Sinopsis de las vicisitudes de la cristiandad (604-1054)
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Notas de pie de página
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Referencias
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Indice
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Acerca del autor
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Acerca de este documento
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Principio
Indice
Final
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Alberto Di Mare <alberto@di-mare.com>
Referencia: | Di Mare, Alberto:
Una crónica de la cristiandad -
LA TEOCRACIA Parte II:
De San Agustín a Carlomagno y San Anselmo de Cantorbery,
Revista
Acta Académica,
Universidad Autónoma de Centro América,
Número 9,
pp [1122],
ISSN 10177507, Octubre 1991.
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Internet: |
http://www.di-mare.com/alberto/acta/1991oct/adimare.htm
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Autor: | Alberto Di Mare
<alberto@di-mare.com>
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Contacto: | Apdo 7637-1000, San José Costa Rica Tel: (506) 234-0701 Fax: (506) 438-0139 |
Revisión: | UACA, Enero 1998
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UACA.
Copyright © 1991 Alberto Di Mare
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