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¡Murió don Alberto Di Mare! Me ha golpeado profundamente la muerte del amigo queridísimo, del maestro incomparable, del sabio humano y humilde que tanto me enseñó y de quien tanto tengo todavía que aprender.
Fue mi profesor. De Alberto aprendí el valor de la verticalidad intelectual, del respeto a la dignidad humana, del humor, la importancia de las matemáticas, lo valioso de la historia, lo práctico de la teoría abstracta.
Trajo de Europa el análisis económico con la rigurosidad del aparato matemático, pero teniendo siempre presente la base epistemológica del conocimiento de las ciencias sociales.
Unió al método abstracto deductivo, empleado con rigor y nitidez, su extraordinario conocimiento humanístico e histórico, que le permitía utilizar hechos concretos para iluminar la aplicabilidad de la teoría.
Su formación filosófica y teológica era también profunda y, gracias a ella, nos transmitió el amor a la libertad y el compromiso de luchar por ella, cuando en los años sesentas eso no estaba de moda y era muy mal visto por la intelectualidad socialista que imperaba en Costa Rica y en la mayor parte del mundo.
Con Eduardo Lizano, Claudio Gutiérrez, Bernardo Monge y Guillermo Malavassi, Alberto nos formaba a otros más jóvenes en la doctrina socialcristiana de la Iglesia.
Fue mi amigo. De Alberto disfruté sus conocimientos, su afecto, su creatividad, su linda familia, sus ilusiones intelectuales y su capacidad de contradecir y desconcertar con una idea inesperada.
Fue mi padrino de bodas, me trajo a trabajar al gobierno de don José Joaquín, me brindó siempre su consejo cariñoso y su crítica aguda y filosa. Dirigió mi tesis de incorporación a la licenciatura en Economía: "El mito de la racionalidad del socialismo". Y en el prólogo que hizo para su publicación por ANFE en 1963 escribió: "En Costa Rica llevamos ya varios años de estar sometidos a pastoreo, cada vez con más y mejor intensidad; incluso la psicología bovina comienza a echar raíces pues son más y más los que piden abrevaderos y pastizales públicos en lugar de procurarse los propios".
Fue un gran costarricense. Que haya cambio -la dirección que le preocupaba- y se haya remontado en mucho el camino a ser rebaño, abriendo en cambio amplios espacios en favor de la creatividad y capacidad de los seres humanos, se le debe en inmensa parte a la extraordinaria y fructífera lucha de Alberto a favor de la libertad.
Luchó por la libertad abriendo el monopolio estatal de la enseñanza superior, dirigiendo a ANFE para agrandar y profundizar su tarea de sembrar luces y dudas, y participando en política y en la prensa nacional. Fue uno de los escritores iniciales de la Página 15 de La Nación, que estableció el recordado amigo Guido Fernández.
Muy joven fue oficial mayor de Hacienda en el Gobierno de los 50, de don Pepe Figueres. Y fue ministro de Planificación y gran asesor de don José Joaquín Trejos en el último gobierno costarricense con inflación en el nivel de los países desarrollados: el gobierno que tuvo en cada uno de sus cuatro años la tasa de crecimiento más alta de Latinoamérica.
Maestro por siempre. Alberto seguirá iluminando mis deseos de superación, de saber, de enseñar, de cambiar, de progresar. Gracias, Alberto, por iluminarnos el camino de la libertad.
http://www.di-mare.com/alberto/eterno/mare.htm
http://www.nacion.com/ln_ee/2002/diciembre/06/opinion4.html
Copyright © 2002 Miguel Ángel Rodríguez E.
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