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El legado del maestro
Extrañaremos a Alberto Di Mare

Thelmo Vargas
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      Me correspondió conocer de él por primera vez a principios de los años sesentas, cuando -recién nombrado oficinista en el Departamento de Personal del Instituto Nacional de Seguros- cumplía yo la ingrata tarea de revisar las tarjetas de marcar e informar a la superioridad cuáles empleados acumulaban tres o más tardías al mes. Ese esquema, burocrático, no dejaba de ser injusto pues hacía caso omiso de la hora de salida. Don Alberto Di Mare, un destacado profesional, formalmente entrenado en ciencias actuariales en Italia, pero que más parecía un humanista del Renacimiento, a la postre funcionario de un departamento élite cuya función era realizar los cálculos matemáticos necesarios para fijar las primas de aseguramiento en todas las líneas de seguros y las reservas por riesgos que debía mantener el INS, tenía el buen hábito de salir de la oficina dos o tres horas después de que lo hacían los demás, pero la mala costumbre de entrar unos 30 minutos después de la hora oficial. Por esto último casi todos los meses su nombre aparecía en mi informe.

      El valor de la lógica. Más adelante fue don Alberto mi profesor de Análisis Económico en la UCR y recuerdo que nunca salí de una sesión con él satisfecho de que dominaba algún nuevo tema. La función de este peculiar profesor fue sembrar en sus estudiantes dudas sobre todo, especialmente sobre lo que parecía obvio. Con él aprendí a apreciar la lógica, y la equidad social, del sistema de economía de mercado y las debilidades intrínsecas de los de planificación central. Don Alberto fue lector y corrector de mi tesis de graduación de licenciatura en la UCR, que dirigió su discípulo muy querido y luego compañero de yunta en Mideplan, Miguel Á. Rodríguez.

      Tuve el enorme privilegio de haber compartido, con alegría y admiración, por muchos años, en la Asociación Nacional de Fomento Económico y en la Academia de Centroamérica, el análisis de don Alberto de la realidad económica y, en general, social del país y del mundo. Lo acompañé en la fundación de la Universidad Autónoma de Centroamérica y en equipos de trabajo programático del joven Partido Unidad Social Cristiana. Fuimos compañeros de foros académicos, de comidas sibaritas, de cantos y de chistes. Extrañaré la partida de don Alberto de este valle de lágrimas. Pero su influencia en quienes tuvimos la fortuna de conocerlo perdurará.


Vargas, Thelmo
El legado del maestro Extrañaremos a Alberto Di Mare, Periódico La Nación, Página 15, Viernes 13 de diciembre de 2002.
      http://www.di-mare.com/alberto/eterno/tvargas.htm
      http://www.nacion.com/ln_ee/2002/diciembre/13/opinion4.html

 

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Derechos de autor reservados © 2002
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